08/07/2025

Taiwan Today

Noticias de Taiwán

Así nos ven: ¿Qué puede ofrecer Pekín a Taipei?

26/12/1981
Las recientes aperturas dirigidas por Pekín hacia el régimen anticomunista de Taiwán no son ni las primeras ni las últimas de una serie de maniobras que intentan sembrar la confusión. Pekín necesita urgentemente algunos movimientos diversionistas para dar una imagen favorable del régimen. Estas actitudes están dirigidas también a Washington, para mostrarle que China continental está pasando a ser un socio liberalizado en quien se puede confiar. Después de todo, ¿qué podría ser más convincente que la oferta a Taiwán de mantenerle su economía y su Ejército mientras se desarrolla una fusión gradual entre ambas márgenes del estrecho de Formosa? Uno de los problemas más delicados para Washington, que es la defensa de Taiwán (aunque, "horribile dictu", Taiwán no es ni democrático ni miembro de las Naciones Unidas), quedaría resuelto. ¿Qué puede ofrecer Pekín a Taipei? La respuesta es definitivamente clara: nada, salvo subversión interna. Observemos un poco la situación general en China continental y en su apéndice insular. Ya en 1966, Mao declaró a André Malraux, que lo visitaba, que China no sucumbiría bajo los "jruschovitas" que habían liquidado la herencia revolucionaria stalinista y entregado el futuro a los norteamericanos, al capitalismo. Pocos meses después empezó la revolución cultural, iniciándose una serie de acontecimientos (¿happenings?) con los cuales Mao intentaba sacudir la complacencia del partido y reinyectarle fervor a las masas. Su testamento declaraba que tales revoluciones deberían efectuarse cada cierto tiempo, para impedir el aburguesamiento de los funcionarios, de los profesionales y otros. Ahora pareciera que Deng ha adoptado el papel de Jruschov, poniendo a la Banda de los Cuatro en el papel de Beria, asesinado por los sucesores de Stalin. Pero no es imposible que, a pesar de su imagen "liberal'', Deng también se vea obligado a organizar otra "revolución cultural", tarde o temprano, ya que la situación en el continente no ha mejorado y que varias categorías de personas están evidentemente más allá de todo control. La inmensa mayoría de la masa ha adoptado la actitud descrita como "Xiao kang", de indiferencia hacia lo que hagan o digan los dirigentes, preocupándose sólo de su supervivencia material y de los lentos progresos en la búsqueda de un confort mínimo. Después de esta categoría está la juventud desocupada y vagabunda (20 millones, de acuerdo a las estadísticas oficiales), a la que se agregan varios millones cada año. Estos jóvenes, según lo reconocen los periódicos oficiales, pasan sus días en los parques, tocando guitarra, drogándose y organizando bandas de ladrones, malhechores y chantajistas. La tercera categoría consiste en estudiantes conscientes y trabajadores (sombras de Budapest y Gdansk) que ven en la democratización la única esperanza para China, que rechazan a Deng al igual que a Mao, que leen los libretos de "Bitter Love", la película prohibida en la que se retrata a Mao como un Buda ennegrecido. Muchos de esos estudiantes y trabajadores organizadores de huelgas (como, por ejemplo, las de comienzos de 1981 en las plantas siderúrgicas de Taiyuan) están en la cárcel o recluidos en campamentos debido a sus actividades subversivas. Una cuarta categoría, evidentemente la más difícil de determinar, consiste en la de los disidentes del Partido Comunista que están a favor de los movimientos de la juventud y hasta lo apoyan materialmente. Hay casos en que esos funcionarios, anónimos, pero cautelosamente activos, proporcionan documentos confidenciales del partido a los periódicos clandestinos de los estudiantes, como, por ejemplo, una reciente "carta sobre el asunto polaco", en la que se analizan el surgimiento y los éxitos de la organización "Solidaridad" en forma realista y brillante. Siendo ése el cuadro, sin comentar los aspectos aún más desfavorables de la situación, como la hambruna, los inmensos campamentos, las legiones de pordioseros que huyen desde los campos devastados hacia las ciudades, los padres que venden a sus hijos a los más pudientes, realmente no resulta muy tentador para Taiwán entrar en tratos con el régimen de Pekín. Hay que destacar que esto no significa en absoluto que Taiwán aspire a la independencia. Reconoce que es parte de China y quiere seguir siéndolo. Pero los 17 millones de chinos de Taiwán han logrado llegar a ser el segundo poder económico de Asia, a fuerza de trabajo duro y lealtad cívica, sólo superado por Japón. Esa categoría se derrumbaría en pocas semanas, junto con la libertad y la prosperidad que lo acompañan, si Taiwán se uniera al continente, con todos sus desesperados problemas de miseria y falta de libertad. En cierta forma, he sido testigo del "milagro económico" de Taiwan, más impresionante aún que el de Alemania después de la guerra, ya que la isla fue ocupada colonialmente por los japoneses durante 40 años, antes que terminara la segunda guerra mundial. Mi primera visita fue en 1964, cuando se dio fin a la ayuda norteamericana a la agricultura. Los campesinos habían aprovechado una excelente reforma agraria, muy bien llevada a cabo, y eran relativamente ricos, poseían máquinas de coser, bicicletas, radios de transistores y buenas casas. Tampoco existía desempleo entre las clases urbanas y la economía absorbía a los estudiantes que se graduaban. El orgullo era la exportación de frutas y verduras. Recuerdo haber oído de toneladas de plátanos que se exportaban a Japón. También se notaba una modesta actividad turística. El Ejército contaba con 600 mil hombres admirablemente bien adiestrados, una seria carga para la economía, ya que esos mismos hombres podrían haber estado dedicados a la producción. En mi segunda visita (1970) y especialmente en la tercera (1979) el cuadro se tornó irreconocible. La agricultura mantenía a toda la población sin esfuerzos, pero no era ni con mucho la actividad esencial para hacer dinero. La industria se ha desarrollado en todo sentido, incluso la más avanzada industria electrónica, reactores nucleares, buques petroleros nucleares construidos para diversos países, y la mejor red de ferrocarriles que jamás yo haya visto. La competencia con Japón, y hasta con los Estados Unidos, era ahora la palabra, y las metas eran las correspondientes. Me dijeron que la próxima meta es la construcción de 30 reactores nucleares (aconsejados por el profesor Edward Teller), la creación de una industria de computadoras y la construcción de aviones militares y civiles. La comparación de lo que se observa en China continental en visitas cuidadosamente organizadas y lo que se ve en Taiwán en giras totalmente libres proporciona el argumento más convincente para explicar por qué Taiwán rechaza los avances de Pekín. ¿Por qué, entonces, lo hace Pekín? Como todos los Estados totalitarios, China Roja necesita toda clase de éxitos foráneos. Taiwán no es un territorio foráneo, como lo reconocen ambas capitales, Taipei y Pekín. Sin embargo, sería un acto de espíritu "nacionalista" -el único alivio ideológico no marxista que permiten los comunistas a sus ciudadanos- el lograr la reunificación. La oferta de llevar el cuerpo de Chiang Kai-shek a Pekín también está calculada para halagar al espíritu nacional de ambas partes, ya que su traslado sería un símbolo de unidad. Sería más o menos lo mismo que el traslado de los restos del Mariscal Petain a una tumba nacional por los degaullistas. Pekín también cuenta con la delicada posición de Taiwán frente a los Estados Unidos. Aunque el intercambio económico anual alcanza sumas fabulosas -12 mil millones de dólares-, el Gobierno taiwanés sabe que a Washington le gustaría la posibilidad de comerciar con una China única y que se complica (sin razon) por la "doble política" hacia China, que está vigente desde 1949, cuando Mao logró la victona y los refugiados huyeron a Taiwán. También es posible que el tercer factor tras la sorprendente oferta de Pekín sea la amenaza rusa. En el delicado equilibrio del tablero de ajedrez que es el Pacífico occidental, Taiwán es la figura clave, y en el pasado ya se enviaron emisarios soviéticos a negociar con el Gobierno de la isla. No tuvieron éxito, pero el temor de Pekín a que lo encierren por el norte, occidente y sur hace que el oriente pase a ser muy importante. Consolidar la "relación con Taiwán" puede ser una de las prioridades más importantes para Pekín. Después de todo, Chiang Chin-kuo, el hijo de Chiang Kai-shek y actual Jefe de Estado de Taiwán, no vivirá para siempre, como tampoco un Gobierno conservador-republicano será inmortal en Washington. Los taiwaneses pueden estar considerando la posibilidad de un acercamiento hacia el continente ... Esta puede ser una ilusión a largo plazo. La actitud de la isla es de optimismo, basado en el progreso diario en cohesión y prosperidad. Tanto los arquitectos como los lídertrs del milagro de Taiwan, los técnicos, los ingenieros, los periodistas, miran hacia China comunista con desprecio, considerando que en más de tres décadas los gobernantes de Pekín no han logrado crear una sociedad comparable a la de ellos. El trabajo duro y el éxito están muy en alto en la lista china de virtudes. Que el continente sea un abismo económico es incomprensible y escandaloso para los taiwaneses. Los soldados que hacen guardia en la isla de Quemoy, en el estrecho de Formosa, no permitirán ciertamente a la roja paloma de la paz volar a Taiwan. Saben que lleva un mensaje falso. (Adaptación de El Mercurio, de Santiago)

Popular

Más reciente